Así que, si queremos que nuestro huerto
crezca y sea la envidia de nuestros vecinos, es imprescindible tener un sistema
de riego adecuado y unos buenos hábitos a la hora de regar.
Está claro que es imposible decir de
manera general cuánta agua necesita cada cultivo –va a variar incluso dentro de
una misma especie-, pero podemos hacer una aproximación: las hortalizas
de crecimiento lento y las que inviernan en la tierra necesitan menos
agua. Las hortalizas de hoja –nuestras lechugas o coles- van a requerir
agua abundante y regular. Mientras que para las especies de raíz y las de
fruto
–como el tomate-, tendremos que regar con regularidad.
¡Aviso!
Si hay heladas y no tenemos agua a mayor temperatura que el suelo, tendremos
que renunciar al riego.
Ahora bien, sabiendo la cantidad de agua
adecuada para nuestras plantas, necesitamos un buen sistema de riego que permita a nuestros cultivos recibir la
suficiente cantidad de agua. Lo que trae la siguiente cuestión, ¿qué sistema
de riego vamos a escoger?
Vamos a dejar de lado el sistema
tradicional por inundación, que poco útil nos va a ser (por regla general)
en nuestro huerto urbano, y vamos a centrarnos en hablaros del riego
por aspersión, el riego por goteo y el
acolchado.
Bueno, primero, evidentemente, siempre
tenemos la opción del riego manual, claro. Una regadera
va a ser la opción perfecta para pequeños huertos con tres o cuatro macetas.
Y seguimos. También tenemos en el riego por aspersión –el agua va a
llegar en forma de lluvia localizada- encontramos tanto ventajas como
inconvenientes. La nebulización del chorro va a oxigenar el agua, lo que
resulta beneficioso para las plantas y la tierra; además, se puede complementar
con una función fertilizante, antiparasitaria, pesticida o desinfectante. El
problema es que supone un mayor gasto de agua que si usamos el riego
por goteo.
Este sistema consiste en administrar
pequeñas cantidades de agua mediante una red de tubos que cuentan con orificios
especiales diseñados para no obstruirse con la tierra. Lo mejor del riego
por goteo es que distribuye el agua de manera que va a ser totalmente
utilizada por las plantas, sin perderse nada y, además, con este sistema es
difícil que aparezcan malas hierbas entre nuestras hortalizas, ya que podemos
controlar el caudal de riego y la frecuencia de una manera exacta. Es la mejor
opción si el huerto es relativamente grande, sobre todo si en verano nuestras
plantas reciben mucha insolación.
Si usáis mesas de cultivo, por ejemplo, el
goteo es una buena elección. Para ello, en Semillas Huerta y Jardín encontramos
un kit de riego por goteo que trae un sistema con 24 goteros
de régimen turbulento de cuatro litros por hora a un bar (unidad de presión).
Son seis metros de tubería de riego de cuatro milímetros. Además, cuenta con un
convertidor para pasar de tubería de 16 milímetros a tubería de cuatro
milímetros.
También tenemos que mencionar las jardineras
con autoriego, muy adecuadas para las hortalizas menos exigentes con el
agua. Estas disponen de un depósito de agua en la parte baja que mantiene húmedo
el sustrato permanentemente.
Y por último, tenemos el acolchado,
otro sistema que permite mantener la tierra húmeda. ¿Cómo funciona? Se protege
el terreno con –versión natural- paja, hojas, turba…, o –versión menos natural-
una lona de polietileno oscuro. La ventaja de la turba o la paja es que dejan
respirar más a la tierra, la conserva más fresca, y tienen una acción
humidificadora. El acolchado es muy útil para cultivar fresas, melones o
calabacines, ¿Ventajas? Protege del frío, frena la evaporación y evita el
desarrollo de herbáceas.
¡Ah! También
tenemos el riego de emergencia: cuando las esperanzas por salvar a
nuestras hortalizas son casi inexistentes debido a que están deshidratadas –han
pasado el umbral de marchitez-, tenemos que tratar de actuar antes de que sea
demasiado tarde. Primero, tenemos que dar sombra a la planta como sea, y luego
regarla, incluyendo la parte aérea, con agua a temperatura ambiente o tibia si
el sol está alto. ¡Importante! Evitar el exceso
de agua porque la planta no lo absorberá y acabará pudriéndose: hay que regar
en cantidades modestas y a intervalos.
Pero bueno, no vamos a tener que hacer
ninguna actuación de emergencia a la hora de regar nuestro huerto porque ya tenemos
un buen sistema de riego y conocemos a la perfección las necesidades de
nuestras queridas plantaciones. Y si no, tranquilos, seguiremos dándoos
consejos.
Ahora, ¡a disfrutar del huerto!
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