Si
hay alguna hortaliza que relacionamos rápidamente con el frescor de
una buena ensalada en los días más calurosos esa es la lechuga.
Buena razón para incluir este cultivo entre los imprescindibles de
nuestro huerto urbano, ¿no os parece? Ya os hemos dado unas
pinceladas de cómo cultivar esta hortaliza en una entrada
anterior sobre cuáles son los mejores cultivos para iniciarnos así
que, ahora, vamos a desarrollar un poco más la cuestión y a ver los
secretos del buen cultivo de la lechuga.
Su
nombre científico es la lactuta sativa y proviene de Asia aunque
pronto se extendió por toda la cuenca mediterránea convirtiéndose
inmediatamente en un alimento básico. La lechuga tiene diferentes
variedades y, según la que queramos cultivar, sembraremos en otoño
o en primavera. Iniciaremos su cultivo en semilleros y,
aproximadamente un mes después, ya podremos trasplantar el ejemplar en un marco de plantación de 25x25 centímetros.
Aunque
este cultivo, a diferencia del tomate o la berenjena, aguanta bien el
frío, procuraremos protegerlo de fuertes heladas. Lo que no aguanta
es el excesivo calor. Con temperaturas altas, las hojas de la lechuga
tienden a espigarse es por ello que es conveniente su cultivo en
otoño y primavera y no en verano.
Otra
característica de la lechuga y que las hace ideales para quienes nos
estamos iniciando en esto de la horticultura es que no son demasiado
exigentes con ellos nutrientes del suelo por lo que no requerirá de
un abonado consistente aunque sí deberá de estar bien suelto y
trabajado. Respecto al riego, y como muchas de las hortalizas de las
que hemos hablado en el blog, necesitará de una humedad constante
pero evitando los encharcamientos. Por ello, y al contrario que el
tomate, por ejemplo, que precisaba de pocos riegos pero abundantes,
la lechuga crecerá mejor con riegos cortos pero frecuentes.
Al
mes y medio de haber trasplantado nuestra planta, la lechuga ya
estará lista para ser recolectada. Es una de las hortalizas que
hemos visto que menos tiempo necesitan para su cultivo así que, para
los más impacientes, resulta una planta ideal, aunque ya sabemos que
la horticultura es un arte que precisa de paciencia y constancia.
Volviendo
a los cuidados de la lechuga, es una planta propensa a sufrir plagas
de pulgones, caracoles o mosca blanca y enfermedades como el mildiu,
la brotitis y el virus del mosaico de la lechuga así que tendremos
que vigilarlas con cierta regularidad y tratar de atajar cuanto antes
estos problemas si llegan a sufrirlos. Así que, ya sabéis, con un
poco de cuidado y de paciencia, pronto podremos disfrutar de nuestras
propias lechugas, alimento base y muy beneficioso para la salud pues
posee mucha cantidad de vitaminas A, C, E y B, por lo que es un
perfecto antioxidante, y muchos minerales como el hierro, el calcio o
el potasio. Además, se usa en numerosas dietas de adelgazamiento por
tiene poco valor nutritivo pero mucha cantidad de agua. Si estáis convencidos de que es una buena elección, sólo tenéis que pasaros por la web de Semillas Huerta y Jardín donde encontraréis todo lo necesario para empezar a cultivar vuestras propias lechugas.
Y
ahora ya sí, solo queda deciros: ¡a disfrutar del huerto!
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