Y tras hablaros en el último post de
sembrar de manera directa, ha llegado el momento de que hablemos de usar
nuestros queridos semilleros como primer hogar para nuestras plantas.
El semillero es el recipiente en el
que, como su propio nombre indica, plantamos las semillas. Es un lugar
perfecto para tener nuestras plantas más protegidas y controladas en las
primeras fases de sus vidas. De hecho, lo vamos usar para aquellos cultivos que
tienen semillas más débiles como los pimientos, las berenjenas, los tomates o
las lechugas.
Así, podemos proteger nuestras
hortalizas de las temperaturas más extremas: en invierno podremos cubrir
nuestro semillero con un plástico para evitar las heladas -¡atención! el plástico no debe tocar nunca nuestra
planta-; y en verano vamos a poder trasladar nuestro semillero a lugares de
semisombra para que los rayos no incidan directamente en él y queme nuestras
plantas.
Ahora bien, ¿qué semilleros usamos? Los
semilleros los podemos hacer nosotros mismos, utilizando desde macetas pequeñas
hasta envases de yogur vacíos. Eso sí, cualquier recipiente que vayamos a usar
debe tener orificios para el drenaje.
Una vez ya lo tenemos elegido, lo
llenamos de compost y apretamos firmemente para que el sustrato quede compacto.
¿Qué compost podemos usar? O bien, elegimos uno ya preparado y adecuado
para nuestras semillas, o bien
hacemos una mezcla. Por ejemplo, podemos usar un 30% de turba, un 30% de
mantillo o compost y un 30% de arena o perlita; o tan sólo utilizar turba o
turba mezclada con arena o perlita.
Ya tenemos el sustrato, ahora, al igual
que en la siembra directa vamos a colocar dos o tres semillas, ya que no
siempre van a crecer todas, y las cubrimos con una fina capa de sustrato que
asentaremos con las manos.
Se aconseja cubrir el semillero con
plástico trasparente o cristal, ya que va a hacer que conserve mejor el calor y
la humedad. Esta ‘manta’ improvisada debe retirarse a cada dos días, como
mucho, para que la tierra se airee y nosotros podamos regar.
Y llegamos a otro punto importante, al
riego: es aconsejable usar un pulverizador o una regadera, evitando que el agua
salga a chorros y mueva nuestras semillas.
Una vez germine, vamos a colocar nuestro
semillero en un lugar luminoso, pero sin sol directo, y quitaremos el cristal y
el plástico ya de manera permanente.
Cuando aparezcan las primeras hojas verdaderas,
va a llegar el momento de trasplantar a macetas independientes nuestras
hortalizas para que sigan creciendo. Pero, no nos preocupemos, ya habrá tiempo
de hablar del trasplante.
De momento, nos vamos a pasar por el
catálogo de semilleros de Semillas Huerta y Jardín para poder ponernos
manos a la tierra.
¡A disfrutar del huerto!
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