Seguimos avanzando en nuestro camino
como horticultores
y ahora ha llegado el momento de ampliar nuestro vocabulario y conocimientos
hortícolas hablando de los bulbos.
Así que, comencemos por el principio: ¿qué
son los bulbos? Es un tallo subterráneo muy corto situado en la base de
las hojas y engrosado para hacer la función de órgano de reserva de nutrientes.
El tallo está formado por un conjunto de hojas modificadas, que se llaman
catafilos.
Las plantas que tienen este tipo de
órganos –aunque según la especie también pueden presentar otros, como cormos,
rizomas o tubérculos- se llaman plantas bulbosas y son herbáceas y perennes.
Y aquí llegamos a la gran cuestión, las
plantas bulbosas suelen plantarse a través de los bulbos, así que ya sabemos
que nuestra próxima incursión en el huerto va a consistir en plantar bulbos.
Pero sigamos hablando de las
características de los bulbos. Para empezar, debemos saber que constan de cinco
partes: el disco basal, que es la parte inferior desde donde crecen las raíces;
los catafilos o escamas, de los que ya hemos hablado y que son el órgano
principal de almacenamiento de los nutrientes; la túnica, que es la capa que
rodea las escamas y las protege de la desecación; el vástago, que es una yema
flora y otras yemas de desarrollo; y las yemas laterales, que darán origen a
los bulbillos, los futuros bulbos.
Otra cosa que debemos saber es que
tenemos dos tipos de bulbos. Por un lado, los que presentan los catáfilos –las
hojas que forman el tallo- en forma de escamas carnosas y aparecen imbricados
son los bulbos escamosos, como el tulipán; y por otro, los bulbos tunicados, en
los que estas hojas aparecen como capas superpuestas y recubiertas por una
membrana protectora o túnica, como es el caso de la cebolla.
La cuestión ahora es, ¿cómo
plantamos los bulbos? Necesitamos un terreno que drene bien, sino, el
agua se encharcará y se pudrirán. Lo vamos a conseguir mezclando con la tierra
estiércol, mantillo y arena de río. Utilizaremos como siempre un abono natural,
en lugar de químico. La profundidad a la que lo plantemos va a ser el doble de
su tamaño y nos ayudaremos de una pala de mano. ¡Importante!
La punta del bulbo por donde sale el brote debe estar mirando hacia arriba, no
sería la primera vez que tenemos este pequeño despiste… Tras plantar, debemos
rellenar el agujerito con tierra y regar bien. La distancia a la que vamos a
plantar unos de otros dependerá de la especie, pero la norma general es entre
cinco y diez centímetros para los bulbos pequeños, y entre 15 y 25 centímetros
para los grandes.
Por último, debemos saber que hay dos
épocas para plantar los bulbos, así tenemos bulbos de primavera, que vamos a
plantar en esta estación, y bulbos de otoño, que plantaremos en otoño, pero ya
hablaremos en próximos posts de ellos.
Ahora que ya sabemos esto, sólo nos
queda elegir y pasarnos por el catálogo de bulbos de Semillas Huerta y Jardín, nuestros
jardines y huertos van a llenarse de perfumes y colores con las floraciones
impresionantes de nuestros bulbos.
¡A disfrutar del huerto!
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