Ya
hemos mencionado las ventajas de cultivar plantas aromáticas en la
entrada anterior del blog y ahora vamos a centrarnos en el cultivo de
algunas de ellas para que nos sea de lo más sencillo tener ese
rinconcito que de aún más aroma a nuestro huerto urbano. Vamos a
empezar con una planta aromática que, además de olor, nos aportará
mucho color: la lavanda.
Existen
varios tipos de lavanda aunque nosotros vamos a centrarnos en la
lavandula angustifolia que es la variedad característica del área
mediterránea, único lugar del mundo donde crece salvaje, aunque se
puede cultivar en cualquier lugar controlando los factores para que
se desarrolle en perfectas condiciones.
En
el caso de la lavanda, no es la cocina su uso más característico
como sí lo es en otros tipos de aromáticas, sino el medicinal o su
uso como aromatizante pues se usa muy a menudo en las típicas
bolsitas que colocamos en armarios y zapateros de casa para mantener
un aroma fresco en la ropa, por ejemplo.
Pero
antes de pensar en qué vamos a utilizar nuestra lavanda, tenemos que
cultivarla. Puesto que la lavanda florece desde mediados de primavera
hasta finales de verano, debemos de sembrarla, en zonas de clima
cálido, en otoño. Lo podemos hacer en maceta o en el suelo
directamente. Como ya hemos dicho, en la zona del mediterráneo crece
de manera natural en los montes así que sus requisitos son mucha luz
y suelos secos y pedregosos. Procuraremos, por tanto, colocarla en
suelos pobres y sueltos y con un buen drenaje.
Para
colocarla, mejor donde dé mucha luz y esté aireada (como lo estaría
en la naturaleza). Como decíamos, no necesita mucho riego porque
aguanta bien la sequía, -de hecho, bastaría con el agua de lluvia-
pero, si en lugar de sembrar las semillas, plantamos la lavanda por
esquejes, deberíamos de regarla en los primeros días para que los
esquejes arraiguen bien.
¿Y
cuándo podremos usar sus flores? Pues para cosechar la lavanda
deberíamos de esperar a su segundo verano. Entonces, recogemos las
flores y las guardamos a la sombra para que se sequen y poder
utilizarlas como aromatizantes. La planta de la lavanda suele durar
unos 10 años y admite la poda (crece un metro y medio
aproximadamente) así que, imaginaos la de beneficios que nos puede
dar con muy poquita inversión porque, como decíamos, además de sus
propiedades aromatizantes, también tiene buena fama como planta
medicinal. Se pueden hacer infusiones, ungüentos... e, incluso,
aceite de lavanda para tratar molestias tan dispares como las
cefaleas, el insomnio o las picaduras de insectos.
Las
ventajas de cultivar lavanda en nuestro huerto urbano parecen no
tener fin, ¿no os parece? Pues ya sabéis que solo tenemos que
adquirir todo lo necesario para su siembra en el catálogo de Semillas Huerta y Jardín y ¡a disfrutar del huerto!
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