Seguimos
con la serie de artículos dedicadas a los cultivos imprescindibles
para nuestro primer huerto urbano. Esta vez vamos a hablar de la
cebolla, una hortaliza muy versátil en nuestra cocina aunque no
siempre es del agrado de todos los comensales, sobretodo en su
versión cruda, es perfecta para las ensaladas y, además de
refrescante, tiene muchos beneficios para la salud y ayuda a prevenir
el reuma, problemas de próstata y hasta la osteoporosis.
La
allium cepa, o cebolla, es una planta perteneciente a la familia de
las amarilidáceas que llegó a Europa desde Asia Central según las
teorías más extendidas. En la plantación de la cebolla influye
mucho la climatología del lugar donde nos encontremos pero podemos
distinguir tres fechas más o menos comunes: a finales del verano, en
invierno y a principios de la primavera.
La
cebolla acepta la siembra directa así que podemos preparar el suelo
y colocar las semillas directamente. Necesitaremos suelos sueltos,
sanos, profundos y ricos en materia orgánica, de consistencia media,
y no excesivamente calcáreos. Es muy importante evitar los suelos
ácidos y procuraremos no sembrar en terrenos recién estercolados,
aunque se puede utilizar compost sin problemas.
Una
vez hecha la siembra, dependiendo del momento escogido, la cosecha
tardará más o menos tiempo. Si sembramos en primavera, tendremos
las cebollas listas para recolectar en 20 o 24 semanas, es decir, en
cinco o seis meses. Si lo hicimos en invierno, no podremos recolectar
hasta 42 semanas después, unos diez meses, aproximadamente.
Pero
para que valga la pena la espera tendremos que procurarle a nuestras
cebollas las condiciones idóneas para su perfecto desarrollo y
crecimiento. Para empezar, requiere de mucha luminosidad y su
temperatura ideal se encuentra entre los 15 y los 25 grados, aunque
se adapta a casi todos los climas.
Eso
sí, es muy sensible al exceso de humedad, por lo que, una vez que
las plantas han iniciado el crecimiento, la humedad debe mantenerse
constante por encima del 60%. Es por ello que, en la primera etapa,
necesita riegos continuos pero cortos y, después, podemos incluso no
regarla. De hecho, es aconsejable que no reciban ni un solo riego
durante el mes anterior a la cosecha y, dos semanas antes del momento
de recogerlas, deberemos desenterrarlas del todo y dejarlas sobre la
tierra para que se sequen.
Como
precauciones especiales en el cultivo de la cebolla tenemos que
destacar el control de las malas hierbas ya que la cebolla tiene
raíces muy superficiales y la maleza puede afectarlas más
directamente. Ya hemos hablado de las enfermedades y plagas que
pueden afectar a nuestros cultivos y, en el caso de la cebolla, se
pueden dar algunas específicas como la podredumbre blanca de la
cebolla, el mildiu o la mosca de la cebolla. Tendremos que tener
cuidado con ellas y estar muy atentos a su aparición.
En el catálogo de Semillas Huerta y Jardín, recordad que podéis encontrar todo lo necesario para cultivar la cebolla y muchas otras hortalizas.
Y ahora
que hemos hablado de las hortalizas en nuestro hurto urbano, ¿qué
tal si ponemos un toque de frescor con una serie de entradas sobre
cómo cultivar plantas aromáticas? Seguro que os apetece tanto como
a nosotros disfrutar de esos olores tan característicos y tener la
oportunidad de darle un toque diferente y aromático a nuestros
platos con productos cultivados por nosotros mismos así que seguid atentos al blog, manos a
la tierra y ¡a disfrutar del huerto!
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