Seguimos la aventura en Mi primer huerto urbano y en nuestro tercer post vamos a centrarnos en hablar del primer requisito imprescindible para poder cultivar nuestro propio huerto urbano: la luz.
Nuestras plantas van a necesitar
la luz solar para realizar la fotosíntesis: ese proceso gracias al
cual las plantas transforman la luz recibida a través de unas moléculas, las
clorofilas, en oxígeno y materia
orgánica, que va a constituir su alimento.
Un buen horticultor debe conocer
perfectamente la luz que van a recibir sus plantas durante todo el día, por lo
que debemos saber dónde habrá sombra y luz –y cuánta- en cada momento del día.
Una vez que ya sabemos esto, podremos
escoger las hortalizas que mejor se van a adaptar a las condiciones
lumínicas que tenemos. Pero, claro, no basta con saber que a las 15 tenemos
sombra en la parte izquierda de nuestro balcón. En concreto, hay cuatro
factores que van a determinar la relación de la planta con la luz.
¿Cuáles son? La intensidad, la duración
de la exposición, la calidad y la inclinación del terreno. Ahora que los hemos
nombrado todos, vayamos por partes.
Primero, la intensidad de la luz, que
va a depender de la luminosidad o de la calidad de la luz. Por ejemplo, la
intensidad de la luz es diez mil veces mayor en un día soleado que en la puesta
del sol.
Lo normal es que cuando hablamos de qué
luz necesitan nuestras plantas nos estemos refiriendo a la intensidad. Según
esto, vamos a encontrarnos con: plantas de sombra o que necesitan poca luz,
plantas de semisombra o que necesitan una luz media o con plantas de sol o que
necesitan mucha luz.
Como veis, se trata de tres grupos
sencillos en los que dividir nuestros cultivos, por lo que no es difícil saber
qué tipo de hortalizas debemos cultivar.
¡Ah!
Aunque parezca evidente, a veces se nos olvida que la intensidad luz no va a
ser la misma: va a cambiar, primero, a lo largo del día, por lo que a veces
tendremos que mover nuestra planta de posición según la hora; segundo y más
evidentemente, según la estación; y, tercero, según las condiciones
meteorológicas.
Un consejo genérico que siempre nos va a
venir bien: en verano –en el hemisferio norte, claro-, tenemos que tener
especial cuidado con no dejar que durante las horas centrales del día la luz
solar dé directamente en nuestras plantas, ya que pueden quemarlas o secar
rápidamente la tierra.
Como hemos visto, la intensidad va a ser
el factor más importante y que más debemos controlar, pero no es el único.
La exposición también va a jugar un
papel muy importante, ya que es el tiempo que las plantas van a recibir la luz.
Normalmente, nuestros cultivos –plantas de flor y hortalizas-
van a necesitar unas seis horas.
En cuanto a la calidad de la luz, sólo
debe preocuparnos si vamos a iluminar artificialmente una planta. De momento,
nosotros, apostamos por la luz del sol.
Y, por último, debemos ver la
inclinación del terreno. Para los que tenemos un balcón o un pequeño jardín
esto no va a suponer un problema; pero para aquellos que tengáis un terreno
quizás os interese saber que un terreno llano no recibe la luz de la misma
forma que uno en pendiente; que si la pendiente está orientada hacia el sur,
las plantas crecen más rápido, pero el suelo se seca antes; si está orientada
hacia el oeste, las plantas reciben luz más horas, pero sufren más la lluvia; y
si está orientado hacia el este, las heladas se notarán más.
Una vez sabemos todo esto, es el turno
de ponernos manos a la obra, nos toca fijarnos en cuánta luz va a tener nuestro
huerto urbano. Desde Semillas Huerta y Jardín, en los próximos posts, trataremos
de poner nuestro granito de arena –o de tierra, mejor dicho- proponiendo
cultivos para las diferentes condiciones lumínicas que tengamos.
¡A disfrutar del huerto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario